top of page

Encaucé lentamente mis esfuerzos de búsqueda, aprendí alfarería, e incluso llegué, sin que yo me diese cuenta en esa época, a fabricar cerámica con la técnica "Raku"; en ese entonces comencé haciendo algo completamente diferente, inicié dedicando varios años a estudiar el idioma japonés, hasta especializarme en ello, y por mucho tiempo enseñé el idioma nipón, e hice también traducciones ¡realmente de todo un poco!, pero confieso que lo que me llamaba más la atención era traducir libros, y paradójicamente, ¡nada tenía que ver con el “Raku”!. 

 

Por momentos hice un poco de alfarería, pero nunca con énfasis en “Raku”. De echo, pratique un poco alfareria en Japòn, donde viví unos anos. Un día cualquiera en Francia, llegó a mis manos un artículo ¿quién sabe en dónde?, y en este leí acerca de una técnica de alfarería, que consistía en: “Cocer rápidamente las piezas, sacándolas del horno cuando están muy calientes, meterlas en un contenedor metálico con viruta de madera, para ahumarlas, y por último pasarlas por agua fría; esta práctica se denomina ¡Subyugación!”; por razones inexplicables para mí, este escrito me llamo poderosamente la atención, y debo reconocer, que muy seguramente fue el ingrediente determinante que provocó: ¡Mi encuentro, con el “Raku”!, sin que yo lo hubiese planeado.

 

¡El artículo desapareció; mi vida continuó!

 

Y un día años después, el “Raku” volvió a mí ¡y se impuso! 

 

Lo que me gusta del “Raku”, es el aspecto imprevisible del trabajo, ¡No hay certitud!, por el contrario, aparecen sorpresas todo el tiempo, del mismo modo me gusta el aspecto bruto e irregular de los objetos, las piezas siempre son absolutamente únicas, por: las acciones combinadas de la arcilla, del fuego, y del agua, que nunca dan resultados idénticos ¡y qué decir! de los misterios y de los placeres, que esconde la búsqueda de cierta perfección en las imperfecciones, es como en la vida misma, en resumen…

 

Por mi parte, 

bottom of page